Este largo ejercicio terminará con pocos sobresaltos si el domingo 1 de julio López Obrador gana la elección presidencial, tal como lo he reportado en este espacio desde noviembre. La elección de ese día será una prueba de fuego para todos aquellos que desean involucrarse en el mundo de la demoscopía y la planeación estratégica de Comunicación a partir de acciones preventivas.
Pocas sorpresas y muchos ataques. Más allá de una acusación de corrupción contra López Obrador (Rioboó) y otra relativa a un posible conflicto de interés de un integrante de su gabinete (Jiménez Espriú), el último debate presidencial dejó mucho qué desear.
Hasta el momento solo dos candidatos presidenciales han entendido que un relato tiene mayor peso específico en la mente del elector que las propuestas de campaña. A estas alturas de la elección, el que más puede aprovecharlo es el panista Ricardo Anaya.
El segundo debate presidencial fue más ágil y centrado que el primero, sin duda, pero los candidatos volvieron a caer en provocaciones. No faltaron las ocurrencias y el humor involuntario.
Margarita Zavala renunció a su intención de buscar la Presidencia de la República. Aunque su número de votos obtenidos en la boleta electoral hubiera sido muy pequeño, la realidad es que las fichas se mueven para que, cada vez con mayor probabilidad, esto se vuelva en una contienda de dos: Anaya contra López Obrador.